jueves, 18 de marzo de 2010

«La vida exige un arte
hiperbólicamente rudimentario, asombroso, que crispa los nervios, abiertamente utilitario, mecánicamente exacto, instantáneo, rápido
de lo contrario, no lo sentirán, no lo verán, no se detendrán.
Todo esto, en suma, equivale a: arte del siglo XX, arte de 1922, arte del último segundo.
Excentrismo»

ROMAGUERA I RAMIÓ, Joaquím; ALSINA THEVENET, Homero: Textos y Manifiestos del Cine. Cuarta edición. Madrid: Cátedra, 2007. Pág.52-68. Fragmentos del Manifiesto del Excentrismo divulgado en 1922 por la escuela FEKS, sigla rusa con la que se alude a la Fábrica del Actor Excéntrico. 

¿Qué nos sugiere la incursión de LC en el mundo del circo? ¿Y si entendemos el salto mortal como una herramienta proyectual en el proceso creativo? ¿Cuáles serían sus desencadenantes, riesgos y oportunidades?
 
Pensemos en el salto mortal como un movimiento que permite superar el efecto inmovilizador de las ideas establecidas, las etiquetas, los pensamientos arquetípicos, las divisiones, las categorías y las clasificaciones. El salto mortal desencadena un cambio violento en la percepción de las cosas que se contrapone con la mirada transparente y lineal, automática, habitual. Lo rápido produce deseo de detalle, ampliación o aumento desde la imaginación para suplir la capacidad real de englobar una realidad fragmentada.

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